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El ligamento cruzado posterior es considerado de “solidez” en la rodilla, a diferencia de su contraparte, el ligamento cruzado anterior, es más grueso por ser un estabilizador primario de la rodilla. Se encuentra entre la parte posterior de la rodilla, conectando la tibia y el cóndilo medial del fémur. Evita que la tibia se desplace hacia atrás, de ahí yace su importancia.
Su ruptura no es tan común como la del LCA. Debido a su posición y grosor no es tan fácil que se lesione pero puede suceder. Las causas principales son las caídas sobre la rodilla flexionada y el pie apuntando hacia abajo, la tibia golpea primero el suelo y se desplaza hacia atrás produciendo el desgarro. También los golpes a la rodilla cuando esta se encuentra flexionada o los cambios de dirección repentinos mientras se corre.
Síntomas:
El principal síntoma es el dolor y la inflamación que siente el paciente, sucede justo después de la lesión y con el paso de los minutos la rodilla comenzará a ponerse rígida causando cojera o limitaciones en la movilidad. El paciente también sentirá que su rodilla está “cediendo” ante el peso o la marcha, a causa de la inestabilidad que se genera.
Esta lesión se puede sufrir en diferentes grados:
Esguince Grado 1: El ligamento se estira, pero no se rompe. Aún puede mantener estable la articulación.
Esguince Grado 2: Es una ruptura parcial. El ligamento se estira y se afloja.
Esguince Grado 3: Es una ruptura completa del ligamento. En este punto, se encuentra totalmente divido en dos y la rodilla es inestable.
Manejo:
Dependiendo del paciente, su estilo de vida y practica deportiva se puede definir el tratamiento a seguir. Si la rodilla aún tiene una estabilidad mínima y el paciente no realiza ningún tipo de deporte de alto rendimiento o recreativo, se suele optar por algo más conservador como analgésicos, antiinflamatorios, descanso, hielo, elevación y fisioterapia. Si por el contrario, existe una inestabilidad muy marcada o es un atleta de alto nivel, la opción quirúrgica suele dar los mejores resultados. Cuando se presenta esta lesión es común que existan otras asociadas en el ligamento cruzado anterior u otras estructuras como los meniscos, en esos casos la cirugía también es la mejor opción.
Durante la artroscopia se retira el ligamento dañado y se reemplaza por un tendón ya sea del mismo paciente o un aloinjerto, se realiza así porque unir los dos extremos no garantiza que cicatricen, ya que son ligamentos cordonales, lo que quiere decir que se retraen y no puede repararse por sí mismos.