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Para que las rodillas soporten la presión de actividades diarias como caminar o subir escaleras, o las actividades deportivas necesitan un sistema de amortiguadores que la absorban y permitan que el fémur y la tibia continúen funcionando sin chocar entre ellos. Esta es la función principal de los meniscos, dos discos de tejido fibrocartílaginoso con forma e media luna. Dentro de la rodilla nos encontramos con el menisco medias que se encuentra en la parte interior y lateral de la articulación y el lateral, en la parte exterior de la misma.
Las lesiones o desgarros en los meniscos suele ocurrir en los deportes, pero en cualquier otra situación es posible que pase, especialmente en personas mayores con un mayor desgaste de estos tejidos. Normalmente se dan al girar el cuerpo y la cadera con el piel asentado en el piso.
Existen diferentes tipos de lesiones, 5 son las más comunes:
Síntomas:
Cuando un menisco se desgarra puede sentirse dolor en la parte interior o exterior de la rodilla, dependiendo de qué menisco sufrió la lesión. También se puede sentir un chasquido o crepitación y la persona siente que la rodilla se bloquea, sin poderla mover correctamente. Se siente inestabilidad y en algunos casos, la articulación puede llegar a ceder. También se presenta un derrame de la articulación pocas horas después que se produce la lesión, es decir, que hay inflamación producida por la acumulación de líquido, ya sea sinovial o sangre.
¿Qué debo hacer?
Este tipo de desgarros es importante tratarlos de la manera adecuada ya que pueden provocar otros daños en diferentes estructuras como el cartílago articular o el ligamento lateral interno, por lo que se recomienda consultar con un médico especialista lo antes posible para determinar la gravedad y el lugar del desgarro y la lesión y su manejo ortopédico.
Manejo:
En algunos casos cuando el desgarro es pequeño y ubicado en la zona roja roja de los meniscos (Donde hay más irrigación sanguínea), no existe derrame ni bloqueos, éste puede cicatrizar por sí solo. Es necesario acompañar el tratamiento con analgésicos, antiinflamatorios y terapia física para fortalecer los músculos alrededor de la rodilla. Otra opción que puede acompañar un manejo más conservador, es la natación ya que ayuda a fortalecer los músculos sin necesidad de someter a la rodilla a cargas y presiones.
Cuando el desgarro es mayor o el paciente realiza practicas deportivas de manera constante, semi o profesionalmente, es posible indicar una cirugía para reparar el daño. Se realiza a través de una artroscopia y puede ser de diferentes formas: Remodelación, sutura o transplante meniscal, depende del lugar y el estado del menisco la técnica a aplicar.